Partiendo del corpus platónico, la cultura medieval consideraba el mundo como un gran animal -y, por tanto, como un ser humano-, mientras que el hombre era concebido como un mundo, un microcosmos dentro del gran cosmos de la Creación. Existen varias copias, algunas realizadas en época moderna, como la encargada por Felipe IV de España, actualmente en el Prado, que seguramente influyó en la Venus del espejo de Velázquez.