Se trata de un desnudo de gran originalidad, sobre todo por estar presentado de espaldas, hecho no muy habitual en la época, y en cuya concepción quizá se denota la influencia del Hermafrodita Borghese, que Velázquez seguramente conoció en Italia. Lo que importaba, más que ganar, era jugar, y el Deportivo se declaró dispuesto a esperar la llegada de los barcelonistas para ganar el partido sobre el césped, y no en los despachos.