En otras obras continuó con su prototipo de mujer de formas exuberantes y carnosas, como en Baco y Ariadna (1520-1523), Magdalena penitente (1531-1533), Venus recreándose en la música (1547), Venus con organista, amorcillo y perrito (1550), Dánae recibiendo la lluvia de oro (1553), Venus tratando de detener a Adonis (1553), El rapto de Europa (1559-1562), Diana y Acteón (1559), Diana descubriendo la preñez de Calisto (1559), las dos Bacanales pintadas para Alfonso I de Este (1518-1526), o su Venus Anadiomene (1520) de la colección Ellesmere, cuya sensualidad sin tapujos es el punto de partida del desnudo como tema en sí mismo, que sería recuperado en el impresionismo.